Matías Valenzuela Damilano
Matías de Jesús ss.cc.
1973-2021
Matías de Jesús ss.cc.
1973-2021
Blog: "Tierra mojada": https://tierramojadaweb.wordpress.com/acerca-de/
En cuanto a la literatura, me doy cuenta que cada vez me interesa más, es como descansar y a la vez explorar y viajar y conversar. Me cuesta indicar un solo libro como mi favorito., pero quisiera recomendar tres títulos que para mí han sido definitivos: La ciudad de la alegría de Dominique Lapierre, Los Miserables de Víctor Hugo y la Divina Comedia de Dante Alighieri. Podría decirse que en las tres obras hay un “descenso a los infiernos” en un viaje orientado por la búsqueda del amor y de la vida y donde el encuentro humano está sellado por la ternura y la libertad.
https://clubdelecturaestebangumucio.wordpress.com/category/colaboradores/matias-valenzuela/
Texto sobre la centralidad de Jesús [PDF]
Tesina sobre Esteban Gumucio sacerdote-religioso [PDF}
Los jóvenes y la experiencia de Dios [PDF]
En Bicicleta (artículo publicado en Revista de los SS.CC.) [PDF]
Sobre el proyecto "Ábreme si te atreves" proyecto orientado a la creación literaria de los estudiantes, Merlo, Buenos Aires, 2018 [PDF]
Poema escrito por Matías refiriéndose a "la muerte" compañera de viaje.
“Anhelo de ser
Dulce esperanza
Vives ahí en el seno materno
Y no vives aún.
Viva ansiedad en el pecho
De quienes te esperan,
¿Cómo serás dulce fruto
de nuestra unión?
¿Quién puede predecir
el rastro del ave marina sobre el océano?
¿Quién dibujó el contorno caprichoso
de las nubes al atardecer?
Anhelo de ser
dulce esperanza
misterio eres para nosotros
ella te espera y sustenta tu paso
yo te aguardo y espero tu relevo
tú ya nos unes en un fruto más
de nuestro amor”.
(Poema escrito en la víspera del nacimiento de Matías, en Reñaca, enero 1973)
Es un paisaje conocido: la playa de Reñaca, en su extremo norte. El gran Océano Pacífico luce en todo su esplendor y majestad. Es el medio día y a pesar de la pandemia, hoy se permite salir a este lugar que me trae tantos recuerdos de infancia y adolescencia. Mientras María Isabel nos espera en un restaurante de la playa, Matías y yo, vamos hacia el mar. Nos mojaremos los pies, sólo eso.
Luego subimos a la calzada y buscamos un lugar donde servirnos algo antes del almuerzo.
Estamos en un café, si mal no recuerdo su nombre es El Mediterráneo. Y ahí estamos María Isabel y yo padres, con nuestro hijo, Matías. No hay un recinto, estamos en plena vereda. Es una mañana de paseo. Se nos sirve café y una empanada, mis ojos miran sus ojos, intercambian algunas frases simples, venimos de la orilla de la playa y nos hemos mojado los pies. Algo simple, casi infantil. Quienes nos sirven son jóvenes extranjeros, venezolanos y colombianos. Atentos y expertos.
Y, de pronto Matías levanta su mentón y hace descansar su cabeza sobre su hombro izquierdo. Sus ojos están cerrados, sus cuerdas vocales están mudas. Le tomó su mano y la siento cálida. Su piel no ha cambiado de color, es la suya de siempre. Todavía está sentado en su silla. Con ayuda logramos recostarlo El no hace el menor movimiento.
Es un hombre alto, con más de.1.80 seguramente. El Café está en la vereda y el espacio es pequeño. Con mucho esfuerzo y ayuda lo hemos reclinado. Su cuerpo ahora está bajo la mesa. Y, su alma ¿Dónde está? Sólo Dios lo sabe. Matías está en paz. Nada parece turbarlo. Pero cierra sus ojos, y su boca, tan buena para hablar y para reír. Tiene el don de la palabra. Muy pocas veces con ira, casi siempre amable y cariñoso. Habla varios idiomas modernos, sabe algo de latín y griego, y hasta hace poco estaba en un curso on line de hebreo. Ahora calla. Está en alguna parte. No hay en él gesto alguno de comunicación.
Pedimos ayuda, necesitamos una ambulancia. Llamamos a un servicio de emergencia: no disponen de ningún carro, vendrían, pero quién sabe a qué hora. De pronto sentimos una sirena y aparece Carabineros de Chile, los tan vilipendiados. El «Sargento», - yo nunca sé cuál es su grado - toma una fotografía, anota todos los datos. Su ademán es tranquilo y ordenado. Debe tener unos 40 años. Detrás de él aparece el SAMU que nadie sabe que significa, parece algo como «servicio de ambulancia». A todo esto ha llegado nuestra hija Claudia, médico, que ordena llevarlo al Hospital Naval, que está a corta distancia en Las Salinas.. Los del SAMU,. han bajado una camilla, con extremidades móviles, se pliegan y tienen ruedas.. Claudia los saluda y nos lleva en su automóvil. Matías no da señales de vida.
¿Cuántas veces hemos llegado al Servicio de Urgencia de este Hospital? Seguramente casi 50 veces. A Claudia todos la conocen y la saludan. A nosotros nos evaden.
Nosotros estamos en shock. Permanezco mudo y voy a estar mudo por varios días. Todavía tenemos esperanza que pueda recuperarse. Recuerdo que estando en el Café, pensé que lo que nos pasaba era un hecho de guerra. Una bala que me habría podido dar a mí. Habría sido más justo. Los mayores tienen la preferencia.
Álvaro M. Valenzuela Fuenzalida
Viña del Mar, 04 abril 2021, Pascua de Resurrección
Mis papás con Matías habían salido de paseo en auto, hacia la playa. Mati quería que mi papá tocara con sus pies el agua del Mar que hace 30 años no lo hacía. Mis papás dichosos con él como todos nosotros cuando venía a Viña a visitarnos. Era una fiesta para nosotros. Después supe que esa mañana dijo que se sentía en el Paraíso con ellos ahí paseando libremente al sol y disfrutando de la playa.
Mi mamá me llama como a las 13:50 hrs y me dice: Es algo urgente !!!
Frecuentemente mi mamá me llamaba por ‘urgencias’ que no eran tales... pero este día no sería así. A continuación escucho: Matías está desmayado !!! Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Ahí partió mi desolación. Dentro de mi mente médica empecé a pensar por qué Mati se habría podido desmayar en el contexto de un paseo con mis papás a la playa... y lo primero que pensé fue una hipoglicemia o en el peor de los casos algún problema cardíaco que pudiera tener alguna solución. Nunca imaginé algo fatal.
Con el corazón apretado bajé corriendo las escaleras donde me encontraba que era el la consulta del pediatra de mis niñas dejándolas a ellas ahí con Francisco. Tomé el auto y partí hacia Reñaca tratando de dilucidar dónde se encontraban... mi mamá dentro del Nerviosismo no podía darme la dirección exacta. Ellos ya habían llamado a la ambulancia al SAMU 131. Finalmente llegó el SAMU antes que yo al lugar.
Al yo llegar ya Mati estaba en la ambulancia. A pesar del taco de Reñaca a esa hora en verano, la ambulancia y yo llegamos rápido al lugar eso fue como mágico diría. Me di cuenta que varias personas estaban ayudando a mis papás a subirse a un auto para asistirlos. Finalmente subieron conmigo.
No era hipoglicemia y los signos vitales de Mati estaban bien aún pero estaba inconsciente... Había perdido el conocimiento mientras comía unas empanadas con mis papás, bruscamente sin aviso alguno. Lo trasladamos rápidamente al Hospital Naval dado la urgencia real de la situación.
No lo vi hasta la sala de Reanimación.
Para mí, que me ha tocado atender pacientes graves en Reanimación, esto se ponía cada vez más terrible. Al ver los rostros de los médicos de la Urgencia del Hospital ya me di cuenta que todo iba mal. Mati inconsciente, pupilas dilatadas y muy comprometido... Finalmente el scanner y la evaluación del neurocirujano dieron el diagnóstico de una hemorragia cerebral masiva.
Mi queridísimo hermano... verlo ahí sin poder hacer nada!!! Que impotencia más grande sentí. Se me había ido de las manos... sin ningún aviso... delante de todos nosotros atónitos... mis papás habían presenciado sus últimas palabras. Frente a ellos se había desplomado.
Yo destruida... Que frágil es la vida.
El día anterior habíamos pasado la tarde juntos... gracias a Dios vio a las niñas (sus amores) y a mis papás también, estábamos todos... por supuesto no me despedí de él como si nunca más nos fuéramos a ver.
En el Hospital mis papás lograron hablar con médicos de UCI y Neurocirujano. Acudió a nuestra tragedia el Doctor Carlos Ignacio Echeverría, a quien le tengo mucho cariño y agradecimiento y de agradezco mucho habernos acompañado esa trágica tarde. Yo sabía que ante esta gravísima situación con Mati era muy importante que el Equipo Médico hablara con mis papás y no solo conmigo. Mi papá sobre todo iba a buscar una explicación. No había nada más que hacer Mati fallecería luego. De pronto vi a Fito dándole los Sacramentos, lo cual fue increíble... ¿Cómo había llegado tan rápido? Fue un regalo de Dios.
Pudimos besarlo, rezarle, abrazarlo.
Tuvimos la oportunidad de despedirnos. Llegaron Francisco y las tres niñas, sus niñas como les decía. Para ellas esto fue tremendo. Tan inesperado, explotaron en llanto las tres. Hasta la pequeña Jacinta de cuatro años se dio cuenta de lo que ocurría y sollozaba.
Dios en su infinita Misericordia se apiadó de nosotros y nos permitió que esto ocurriera acá en Chile y no en Argentina. De lo contrario mis papás no lo hubieran soportado.
Duró sólo dos horas vivo. A las 16:01 hrs. falleció.
En medio de mi oscuridad se apareció mi gran amiga y doctora Elena Jarpa que estuvo presente conmigo, con su abrazo y apoyo incondicional. Se apareció Soledad Larrondo otra amiga de la infancia que me ayudó con mis papás. Y luego vi a Pedro Pablo Achondo que yo apenas conocía pero que había escuchado tantas veces a Mati, su gran amigo. Ahí estaba. Ni que Mati me lo hubiese enviado. Él y algunos Sacerdotes de la Congregación SSCC habían llegado ya para acompañarnos en estos duros momentos. Me sentí muy acompañada por todos ellos. Fueron luces en la oscuridad.
Era como sentir que uno no está viviendo esa realidad. Que quiere despertar de la pesadilla.
Luego vino todo lo final en medio de la honda pena. Vestirlo. Se fue con sus objetos más apreciados: su Cruz, su anillo de pobreza y su Estola. Me ayudó Pedro Pablo en ese difícil momento.
No tengo palabras, no estaba preparada, no quiero no verlo más. Lo necesitamos tanto. Sus abrazos, su mirada tierna, su compañía con las niñas, sus consejos para con mis papás. Mati estaba muy presente con nosotros a pesar de todo su trabajo en Argentina siempre se hacía su espacio para acompañarnos. Teníamos proyectos pendientes, tantas cosas que quedaron en el camino. Doy gracias del hermano que Dios me dio. Desde chiquitos era su regalona, siempre quería jugar con él y compartir sus actividades. Me hará demasiada falta. Sé que nos reencontraremos pero esta situación me supera, nunca la imaginé. Ruego a Dios que lo reciba en su Santo Reino y descanse en Paz. Que ya esté gozando junto al Padre. Nosotros intentaremos vivir con esta gran pena, tan humana de perder a un ser tan tan querido, irreemplazable.
Su hermana, Claudia Valenzuela Damilano
Microcuento
Hola... ¿Me escuchas? ¿Dónde estás? Te he estado esperando, aquí, en la oscuridad, desde mi cama, como siempre, como cada noche, desde que te fuiste. Últimamente me he acordado mucho de ti. El otro día mamá me llevó a ese café al que siempre íbamos juntos a comer dulces y fue lindo porque te vi, y me sonreíste, pero también triste, porque sabía que realmente no estabas ahí; te habías ido al cielo o eso me dijo mamá. Cuando le conté de tu visita sus ojos se llenaron de lágrimas, últimamente le pasaba mucho. No entiendo porqué le sorprendió tanto, si siempre vienes a verme ya sea mientras estoy despierta o soñando contigo. Cuando abro mis ojos y recuerdo tu sonrisa me siento muy sola y lloro como lo hace mamá porque recuerdo todos esos secretos, travesuras y bromas que eran sólo nuestras.
¿Sabes? Te extraño, te extraño mucho y a veces me enojo contigo por habernos dejado aquí, sin ti ¿podría ir a visitarte? ¿puedes llevarme contigo? Prometo no volver a llorar y portarme bien en el colegio. Prometo ayudar a mamá con lo que sea pero... ¿Me dejarías abrazarte una última vez?
Lucía, 14 años
Cristián Infante